jueves, 30 de junio de 2011

Encontrando (o no) a Dios en la cosmología moderna (parte II): El problema del origen

¿Es Dios relevante? ¿ Es Dios oportuno?: El problema del origen

Al hacer filosofía, hay varias preguntas que se repiten. Una de ellas es el problema del origen, presentado de diversas formas según la corriente religiosa, filosófica o incluso científica que lo trate. Intenta responder principalmente a la famosa pregunta de Leibniz de ¿Por qué existe algo y no más bien nada? De una manera metafísica, todos los modelos cosmológicos convergen en este problema. Ante este problema metafísico, podemos proponer cinco conclusiones[1]:

I. El Universo es el conjunto de todos los objetos, eventos y conjuntos de eventos realmente existentes que no son causados por sí mismos.
II. El Universo pertenece al conjunto de objetos, eventos y conjuntos de eventos que pertenecen a sí mismos.
III. El Universo no es causado por sí mismo, sino por una causa externa que no pertenece al Universo.
IV. La causa del Universo es causa de sí misma.
V. La ciencia analiza las relaciones causales entre ciertos eventos llamados ‘efectos’ y otros eventos llamados ‘causas’, de modo que investiga eventos que no son causados por sí mismos. En consecuencia, el Universo y todo lo que contiene es objeto de la investigación científica, pero la causa u origen del Universo no es objeto de la investigación científica, sino que representa un problema metafísico.

Ante esto, es importante señalar que el universo siempre tiene una causa, y esta causa es causa de sí misma. El estudio de esta causa no entra dentro del estudio del universo, ya que es una causa incausada que existe fuera de lo cognoscible. Por tanto, los argumentos tanto a favor como en contra de la existencia de Dios no deben tomarse como pruebas o refutaciones de la existencia de Dios, sino como una presentación de indicios que hacen razonable pensar (o no) en Dios como precisamente esa causa incausada.

Como respuesta a este enigma metafísico, caben principalmente dos respuestas: el universo tiene una causa inteligente o no tiene una causa inteligente. Y aquí precisamente es donde Dios adquiere su relevancia, al ser una alternativa metafísica posible al origen de la causa incausada. Sin embargo, hay otras posibles opciones. Bien el universo puede tener una causa inteligente, pero esta no tiene que ser el conocido Dios personal de las religiones monoteístas, sino un concepto de Dios (o bien de Inteligencia Superior, orden cósmico, etc, para no herir susceptibilidades con el nombre) mucho más amplio, que no se corresponde con el transmitido por las religiones monoteístas. La última opcion es que la causa del universo no sea inteligente. Lo interesante es que, cuando son los cosmólogos los que se aproximan a esta pregunta, sus teorías cosmológicas reflejan las distintas opciones metafísicas como respuesta al enigma Leibniziano, acotadas siempre por la falsabilidad popperiana a la que se ven sometidos en tanto que científicos. Recojamos en forma de tabla la respuesta metafísica que diferentes cosmólogos actuales y pasados han dado a esta pregunta[2]:


Puntos de vista de diferentes cosmólogos
El universo tiene causa inteligente
El universo no tiene causa inteligente
La causa inteligente es el Dios personal de las religiones monoteístas
González & Richards,
Lemaitre,
Leislie,
Newton,
Oberhummer,
Polkinghorne,
Smoot

La causa inteligente no es el Dios personal de las religiones monoteístas
Davies,
Einstein,
Hoyle

Sin causa inteligente (y por tanto, sin Dios)
Normalmente, el modelo cosmológico elegido es el multiverso.

Barrow & Tipler,
Guth & Linde,
Smolin,
Susskind,
Bonner,
Livio,
Weinberg


Los cosmólogos concentrados en la parte superior izquierda suelen tener argumentos sacados de la cosmología más actual para argüir indicios a favor de la existencia de un Dios al estilo de las religiones monoteístas. Principalmente, existen tres tipos de argumentos, que estudiaremos más detenidamente en las siguientes secciones: el ajuste fino del universo y la racionalidad matemática del universo.

Los cosmólogos que nos encontramos en medio de la tabla suelen tener una concepción más orientalista de Dios, donde este sería más bien un conjunto de reglas o leyes con algún nivel de autoconsciencia encargado de mantener el orden cósmico.

Por último, los de abajo a la derecha de nuestra tabla suelen elegir el modelo del multiverso, que es, hasta el momento, el único modelo cosmológico que satisface la respuesta metafísica alternativa posible de un universo sin causa inteligente, de acuerdo con lo que sabemos. Este modelo del multiverso y lo que dicen de él y sus implicaciones metafísica los autores citados en la tabla lo veremos en posteriores entradas, aunque podremos ver citados a estos autores como críticos de los argumentos indicativos de la existencia de un Dios que veremos a más adelante.

Bibliografía

Auping Birch, J. (2009) Una revision de las teorias sobre el origen y la evolucion del universo, fisica, metafisica, ciencia ficcion y (a)teologia en la cosmologia antigua y moderna. México D.F., Ed: Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Recuperado el 22-05-2011 de http://www.uia.mx/web/site/tpl-Nivel2.php?menu=mgPublicaciones&seccion=puOrigenuniverso.




[1] Auping (2009) p. 475. Para una explicación completa del desarrollo lógico de estas conclusiones, ver Auping (2009) pp. 467 - 475
[2] Auping (2009) p. 493, aunque algo modificada por mi.

miércoles, 29 de junio de 2011

Encontrando (o no) a Dios en la cosmología moderna (parte I): Interacción entre ciencia y teología

Abriremos con esta una serie de entradas dedicadas a la relación de Dios con la cosmología actual, presentando los argumentos más habituales que se dan a favor de la existencia de Dios apoyados en la cosmología y también los argumentos en contra de la existencia de Dios apoyados en ella.

El objetivo de este trabajo es plantear las diversas reflexiones, tanto de teólogos como de ateístas, sobre Dios a la luz del conocimiento cosmológico de la ciencia actual. Para ello, empezaremos por hablar sobre la relación entre ciencia y teología necesaria para posibilitar este diálogo. Si ambos campos del saber fueran totalmente independientes y las preguntas sobre Dios no fueran oportunas desde un punto de vista científico, o si los desarrollos científicos no tuvieran influencia alguna sobre la teología, este trabajo carecería de sentido.