miércoles, 26 de septiembre de 2012

Darwinismo Universal: del gen al meme, y vuelta



1. Introducción

La teoría de la evolución de Darwin, con sus ampliaciones posteriores a lo largo de los siglos XIX y XX, supuso una revolución en la forma de entender el fenómeno de la vida, no solo desde un punto de vista biológico, sino también una verdadera revolución filosófica comparable a la que produjo Copérnico a través de la Física. Así, Ruiz y Ayala nos dicen que “Darwin debe ser visto como un gran intelectual revolucionario que inauguró una nueva era en la historia cultural de la humanidad, una era que fue la segunda etapa y final de la revolución copernicana, que había empezado en los siglos XVI y XVII bajo el impulso de científicos tales como Copérnico, Galileo y Newton […] marcándo los principios de la ciencia moderna”[1].

Antes de nada, veremos cuales son las características principales de esta teoría darwiniana, en su moderna acepción presentada por Dawkins en su libro El gen egoísta[2] donde se presenta la evolución desde el punto de vista del beneficio del gen. Nos daremos cuenta que esta teoría darwiniana puede ser abstraida a una forma algorítmica, facilitando su implementación física en diferentes formatos, donde uno de ellos es el gen, pero no el único. Esto tiene profundas implicaciones filosóficas en las que profundizaremos. Nos centraremos entonces en el meme, la unidad de selección o replicante cultural, y su joven ciencia, la memética. Aclararemos aquí algunas ideas sobre lo que es y no es un meme, y trataremos las principales críticas que tanto filósofos como biólogos evolutivos, lingüistas, neurólogos y muchos otros pensadores de disciplinas que tienen que ver con el ámbito de la sociobiología o la biología evolutiva tienen que aportar. Se discutirán estas críticas y se darán perspectivas desde el punto de vista de la memética que ayudarán a esclarecer estas críticas, muchas veces en realidad pseudo-críticas, o bien basadas en programas metafísicos (religiosos, en su mayor parte) lejos de formar parte del debate filosófico moderno. Una vez tratadas las críticas dedicaremos una sección a argumentar que puede aportar la teoría memética a la comprensión de diversos campos del saber con respecto a las teorías “ortodoxas” provenientes de la teoría genética, como pueden ser las relaciones interpersonales y la sociología, el libre albedrío y la moral o el lenguaje. Por último, reflexionaremos sobre los efectos que los memes tienen sobre los genes cuando, y lo extrapolaremos al posible caso de la aparición de un tercer replicante y los efectos que este podría tener sobre la humanidad.

Este trabajo se centrará en defender, mediante argumentación filosófica, la teoría memética. Es por tanto un trabajo parcial, en el que tomo una postura definida a favor de una teoría que presenta muchos puntos débiles y que es, por tanto, fácilmente atacable. Achaco esta debilidad, como se verá en las secciones apropiadas, a la juventud de la teoría, que aunque ya ha tenido su Darwin (este no sería otro que Dawkins) y su Huxley (Blackmore, siendo esta la rottweiler de Dawkins[3]) necesita desarrollar todo su potencial y encontrar a sus Watson y Crick. Sin embargo, hago una apuesta argumentada por ella por su valor teórico-explicativo, por un lado, gracias a la abstracción y belleza del darwinismo universal, y por otro, a su valor empírico, dado el amplio rango de fenómenos que quedan cubiertos de mejor forma bajo el amparo de esta teoría que en teorías alternativas.

2 De Darwin al gen egoísta

En 1859 Charles Darwin publicó su revolucionario libro El origen de las especies donde relataba sus experiencias y teorías sobre la abundante variación de vida en la Tierra. Darwin observó que si se tienen criaturas que varían, y eso no se podía negar, porque había estado en las Islas Galápagos midiendo el tamañp de los picos y el tamaño de las conchas de las tortugas, etc; si existe la lucha por la vida, tal que casi todas las criaturas mueren, y esto tampoco se puede negar porque había leído a Malthus y calculado el tiempo que le tomaría a los elefantes cubrir todo el planeta si se reprodujeran sin restricción, etc. ; y si los pocos que sobreviven pasan a su descendencia aquello que haya sido lo que les ayudó a sobrevivir, y esto tampoco se puede negar porque había estudiado las semejanzan intergeneracionales y como se transmitían muchas características fenotípicas de padres a hijos, etc.; entonces esa descendencia debe estar mejor adaptada a las circunstancias en las que todo esto ocurrió de la que lo están sus progenitores[4]. Esta observación de Darwin supone la idea central de la teoría de la evolución y todavía sigue vigente en nuestros días. Sin embargo, a Darwin le faltaban muchos datos para completar el puzle de la evolución. El principal dato del que Darwin no disponía era el saber cual era la unidad de selección de la que estaba hablando.

No fue hasta los años 30 que se consolidaron la genética y la selección natural[5], hasta la década de los 40 cuando otras áreas de la ciencia se incorporaron a esta teoría conformándo lo que hoy se conoce como síntesis moderna, que luego evolucionó hacia la teoría neo-Darwinista. En los años 50, con el descubrimiento de la doble hélice por parte de Watson y Crick, el mecanismo por el cual las características genéticas se traspasaban de una generación a otra quedaba finalmente desvelado (aunque todavía habría, y hay, mucho que indagar sobre el significado de estos genes[6] y sobre su relación con el fenotipo).

En 1976, Richard Dawkins publica un libro donde, por un lado, resume todo el conocimiento darwinista hasta la época, y por otro, lo abstrae y le añade una interpretación particular. Para ello introduce el concepto del replicante. Un replicante es cualquier de la cual se pueden hacer copias. Los replicantes activos son los que tienen una naturaleza que afectan su probabilidad de hacer múltiples copias. Dawkins distingue entre los replicantes y los vehículos. Estos vehículos son entidades que interactúan con el entorno, y que transportan replicantes protegiéndolos. El replicante original fue presumiblemente una molécula simple con capacidad de autocopia en la sopa primaveral, pero nuestro replicante más famoso es la cadena de ADN. Sus vehículos son organismos y grupos de organismos que interactúan entre ellos y con el ambiente. Dawkins enfoca la atención de la evolución en el replicante, e identifica este con el gen que se encuentra dentro de cadenas de ADN. Toda la vida que vemos en la Tierra (y en cualquier otro sitio donde haya) no es más que vehículos diseñados para proteger, transportar y facilitar la copia de los genes. Donde quiera que surja, la vida evoluciona a partir del diferencial de supervivencia de entidades replicantes[7].

Desde un punto de vista filosófico, la teoría de la evolución de Darwin es en realidad al menos dos teorías. La primera de ellas es una teoría que explica la variedad y evolución de la vida que observamos en el planeta Tierra. Esta teoría por si sola ya es bastante impresionante, pero implícita en ella se esconde otra teoría más profunda, una teoría sobre la organización de información en el universo, sobre el azar, la complejidad, la entropía, el tránsito de estructuras simples a complejas y la explicación del diseño sin exhortar argumentos divinos. Por todo ello, no es extraño que el filósofo Daniel Dennett la ha calificado como “la mejor idea que cualquier persona haya tenido jamás”[8]. Supone una extraña inversión del razonamiento, ya que nos dice que para crear una máquina con una perfección y complejidad enormes no es necesario en ningún momento tener un creador, una consciencia de proyecto o un diseño teórico previo, sino que es suficiente con pequeños cambios graduales validados por el ambiente mediante ciertas reglas. Veamos más profundamente esta segunda teoría que llamaremos Darwinismo Universal en el siguiente capítulo.

3. Darwinismo universal: el replicante[9]

Empecemos este capítulo sobre el darwinismo universal profundizando en el concepto de replicante. El replicante tiene una definición demasiado vaga, siendo esta la de una entidad de la cual se pueden hacer copias[10]. Los replicantes pueden ser clasificados de dos maneras según a la característica que atendamos. Así, si atendemos a su capacidad de influir en la copia, tenemos replicantes pasivos y activos. En los primeros, su contenido no afecta de ninguna manera su probabilidad de ser copiados. Por el contrario, en los segundos, su contenido (su mensaje) afecta la probabilidad de ser copiados. Atendiendo a su capacidad de producir copias, podemos encontrarnos replicantes finitos y replicantes con copias como gérmenes[11]. Los segundos son los que tienen el potencial de poder iniciar una larga estirpe de descendientes. No se les garantiza evidentemente una descendencia infinita, pero existe el potencial de la misma. Si un replicante es pasivo, la realización de una línea descendente infinita es por azar, sin embargo, siendo activo, contribuye activamente a la realización de esta línea descendente. Un replicante con éxito presenta estas tres características[12]:

  • Longevidad: un replicante no dura eternamente, pero debe de durar lo suficiente para al menos ser copiado una vez. Mientras más tiempo exista el replicante, mayor es la probabilidad de que sea copiado y mayor es el tiempo que tiene para hacer más copias.
  • Fecundidad: un replicante necesita hacer un cierto número de copias para poder mantenerse como replicante, ya que con una tasa baja de copias es probable que desaparezca tras algunas generaciones. Mientras más copias pueda hacer un replicante, mayores posibilidades tendrá de replicar más rápido que otros replicantes con los que compite.
  • Fidelidad: un replicante necesita tener cierto nivel de fidelidad en la copia. Mientras más fieles sean las copias, más éxito tendrá el replicante. Sin embargo, son precisamente los errores en las copias los que hacen posible la evolución.

Existen compromisos entre estos tres atributos para un replicante de éxito. Así, a menudo un replicante tiene que “elegir” entre una mayor fecundidad y una mayor longevidad. Más copias juegan a favor del replicante, pero una alta longevidad significa más tiempo para hacer copias adicionales. El replicante debe encontrar equilibrios estables mediante estos tres atributos, de lo contrario se extinguirá. El replicante puede aliarse con otros replicantes para aumentar el valor de alguno de sus atributos. Estos conjuntos de replicantes (que Dawkins llama gen en el caso de la teoría darwiniana) pueden construir vehículos que también aumenten el valor de alguno de sus atributos. Son las características fenotípicas de estos vehículos interactuantes con el ambiente los que son evaluados desde el punto de vista de la selección natural. La selección natural usa los fenotipos como una manera de medir la selección de los mejores replicantes, que son los que se benefician realmente de las adaptaciones. De ahí el término egoísta dedicado al gen en el título de su libro, ya que son precisamente estos conjuntos de replicantes los que manejan el destino de la evolución. El término egoísta debe ser debidamente aclarado. No significa que los genes sean en sentido estricto egoístas, sino que los genes actúan exclusivamente movidos por su interés, es decir, su principal objetivo es poder ser pasados a la siguiente generación. Por supuesto, los genes no quieren o tienen voluntad o intenciones de la misma forma que las personas las tienen, solo son instrucciones químicas que pueden ser copiadas. Así que cuando decimos quieren o que son egoístas en realidad estamos usando un atajo para decir que los genes con tal o cual característica tienen una probabilidad más alta de pasar exitosamente a la siguiente generación.

Volvamos ahora a ver las características principales del libro de Darwin El origen de las especies vistas en el capítulo anterior. Darwin nos decía básicamente que si se tienen criaturas que varían, si existe lucha por la vida y si los que sobreviven pasan a su descendencia aquello que haya sido lo que les ayudó a sobrevivir, entonces esa descendencia debe estar mejor adaptada a las circunstancias en las que todo esto ocurrió de lo que lo están sus progenitores. Darwin no conocía el concepto de algoritmo, pero sin duda fue esto lo que describió.

SI existen criaturas que varían (y) -- variación
SI existe lucha por su vida/existencia (y) -- selección
SI los que sobreviven pasan a su descendencia aquello que les ayudó a sobrevivir -- herencia
ENTONCES
La descendencia debe estar mejor adaptada a las circunstancias en las que todo esto ocurrió de lo que lo están sus progenitores -- evolución

Hay varias cosas reseñables en este algoritmo. Lo primero a reseñar es la idea de que es un algoritmo, es decir, una serie de instrucciones y condiciones que, si se cumplen, necesariamente se va a dar la consecuencia. Solo se necesita que se den las características de variación, selección y herencia para que se de la evolución. Es por ello que la evolución se ha definido como diseño a partir del caos sin ayuda de la mente. Es una forma de realizar estructuras complejas con un método sencillo, sin diseñador, plan, visión o cualquier otra cosa. Este caracter necesario de la evolución es fundamental y representa un avance enorme con respecto a otras teorías filosóficas sobre la complejidad y el diseño (como por ejemplo, el argumento del diseño de San Agustin).

Lo segundo reseñable en este algoritmo es su universalidad. En ningún momento se ha dicho que a lo que nos estemos refiriendo sea a seres vivos terrestres. Darwin sin duda sí se refería a ellos, pero el algoritmo es igualmente válido si tratamos por ejemplo con seres vivos extraterrestres. Por muy raros que estos nos parezcan a nosotros, estos habrán surgido como consecuencia de procesos evolutivos generados mediante variación, selección y herencia.  Incluso podemos ir más alla y decir que estas criaturas de las que hablamos no tienen que ser nisiquiera seres vivos. Cualquier entidad que cumpla las características de variación, selección y herencia ejecutará el algoritmo evolutivo. Este algoritmo evolutivo es por tanto una abstracción físico-matemática (ley) del universo, que se refiere a como la información se puede autoorganizar en estructuras complejas a partir de estructuras simples sin necesidad de un creador. Este algoritmo universal, conocido como darwinismo universal, puede posteriormente ser instanciado por diferentes tipos de entidades. En el caso del darwinismo tradicional, esta criatura instanciadora pertenece a la categoría de ser vivo.

Lo tercero reseñable es la relación con el replicante. Efectivamente, como hemos visto en el punto anterior, necesitamos de una criatura instanciadora del algoritmo universal, y sabemos que en el caso de la teoría de la evolución de Darwin esta criatura tiene que ser algo relacionado con el ser vivo. Darwin sin embargo murió sin saber cual era esa unidad mínima de información del ser vivo que presentaba las características de variación, selección y herencia. No fue hasta mucho más tarde que se identificó esta criatura con el gen. Pero lo que en realidad se necesita como instanciador del algoritmo del darwinismo universal es un replicante, es más debe de ser un replicante activo y con la característica de copia-como-gérmenes, con un equilibrio entre fecundidad, longevidad y fidelidad de la copia. El equilibrio entre estas características y su interacción (directa o indirecta) con los mecanismos de selección del ambiente son los que hacen que en el replicante se aseguren las características de variación, selección y herencia. En el caso del darwinismo, el replicante es el gen.

4. El meme egoísta[13]

El término meme fue introducido por Richard Dawkins en su famoso libro El gen egoísta. Meme es la unidad menor de información sociocultural relativa a un proceso de selección que tiene un sesgo selectivo favorable o desfavorable que excede su tendencia al cambio endógena[14]. Dawkins, influenciado por el darwinismo universal y de su propia teoría de replicantes, se preguntaba si conocíamos de la existencia de otros replicantes en el universo. Para que algo pueda ser un replicante debe instanciar el algoritmo evolutivo visto en el capítulo anterior, cumpliendo las tres características de variación, selección y herencia. Para ello a su vez debe de poseer las características de longevidad, fecundidad y fidelidad de la copia con un cierto equilibrio entre ellas.

Los memes presentan variación (las historias, por ejemplo, rara vez se cuentan de la misma forma dos veces, no hay dos edificios que sean absolutamente idénticos, y cada conversación es única), y cuando los memes se pasan de una persona a otra, la copia no es del todo perfecta. Encontramos también la selección memética: algunos memes son fielmente recordados y pasados a otras personas, mientras que otros hierran en ser copiados en absoluto. Además, cuando los memes son copiados de una persona a otra existe una retención o herencia de algunas de las características principales de ese meme. Para ello, los memes deben presentar las características de longevidad (algunos memes como por ejemplo nuestro lenguaje materno nos acompañan durante casi toda nuestra vida), fecundidad (hay memes de los que se hacen miles o millones de copias, especialmente desde que existen los medios de comunicación en masa, por ejemplo, existen logotipos o marcas empresariales que son conocidas por la mayoría de los habitantes de este planeta, como Cocacola[15]), y por último fidelidad de la copia (donde podemos ver memes que varían esencialmente poco en mucho tiempo, por ejemplo ciertas palabras del idioma español no han variado en los últimos 800 años). Por tanto, dado que los memes son candidatos óptimos para ser replicantes, estos instancian el algoritmo evolutivo del darwinismo universal, es decir, son capaces de producir evolución.

Para la memética, el meme se comporta del mismo modo egoísta que lo hace el gen, es decir, los memes que tienen más exito son los que son capaces de propagarse más rápido a más gente en el menor espacio de tiempo, y los que permanecen más tiempo en las cabezas de esa gente. Del mismo modo que el gen era el replicante y el ser vivo el vehículo de ese replicante, en este caso el meme es el replicante y el vehículo de ese replicante es el cerebro humano. El meme compite por espacio cerebral en el cerebro de cada uno de nosotros, y para ello puede aliarse con otros memes para formar grupos de memes cuyo propósito es la más rápida difusión de ellos mismos y la mayor longevidad y fecundidad de ellos mismos.

Si el mecanismo de difusión del gen es la reproducción celular, el mecanismo de difusión del meme es la imitación. Cuando imitamos, algo se pasa de uno a otro. Este algo que se pasa una y otra vez de persona a persona toma una vida propia. Precisamente lo que nos hace diferentes a los humanos es la capacidad de imitar. Esta capacidad de imitar no es una burda capacidad de copiar, que otros animales presentan, sino una verdadera lectura de la intencionalidad del otro. Así, aprendemos a diferenciar, de todo lo que hace la otra persona, lo que es relevante para la intencionalidad que persigue. Si la otra persona por ejemplo está haciendo una figura de papel, descartaremos el hecho de que se rasque una oreja o se coloque los zapatos como parte relevante del proceso. También ajustaremos veces que haya doblado el papel y el mismo no haya quedado cuadrado justo en el medio, como pensamos que sería su intención. Es decir, cuando imitamos, no copiamos gestos, sino que copiamos instrucciones. Podríamos decir que al hacer esto estamos copiando información digital (en contraposición a información analógica) de la misma forma que se hace en los genes. La información digital, por su propia naturaleza, presenta un sistema autocorrector de errores mucho mayor que la analógica. Es por esto que la fidelidad de la copia alcanza tasas deseables en la imitación.

Sin embargo, no todos los pensamientos que tenemos son memes. Nuestros sentimientos y pensamientos inmediatos no son memes porque son exclusivamente nuestros, nunca vamos a poder pasarlos a otra persona.

4.1 Genética versus memética

Un punto que debe quedar claro es la analogía usa entre genes y memes. Hemos estado desde el principio viendo como los genes y los memes son replicantes, como pueden funcionar en ciertas ocasiones de la misma manera y como algunos conceptos de la genética pueden ser aplicables a la memética. La genética es una ciencia bastante desarrollada, con una brillante historia de descubrimientos y esfuerzos tras ella, y por tanto con una cantidad de conceptos, información y leyes ingente. Sería tonto no poder aprovechar todo lo aprovechable y tener que volver a reinventar la rueda con muchos conceptos meméticos. Sin embargo, esto tiene un límite. Realmente, lo único que comparten estos dos replicantes son que son instancias del algoritmo evolutivo, es decir, que presentan las características de variación, selección y herencia. Más allá de esto, habrá que ver en cada caso si la analogía se da o no. Por tanto, la evolución orgánica y la evolución cultural se asemejan bastante y lo hacen porque son sistemas evolutivos donde hay variación ciega en las unidades replicantes y herencia selectiva de algunas variedades en detrimento de otras. La analogía con las acumulaciones culturales no proviene de la evolución orgánica per se, sino más bien de un modelo general de cambio evolutivo del cual la evolución organica es una instancia[16].

Diversos modelos, sin embargo, han tratado de unificar y presentar con el mayor punto de analogía posible la relación entre la memética y la genética. Un ejemplo de ello lo podemos ver aquí[17]:
Entidad o proceso 
Biológico 
Memético
Ciencia
Lenguaje
Economía
Vehículo
Fenotipo
Femotipo (Feme)
Experimento u observación
Comportamiento lingüístico
Compañía o transacción
Replicante
Gen
Meme
Teoría o hipótesis
Elemento del lenguaje
Cuenta, recurso
Carácter
Fene
Feme
Método, resultado
Práctica lingüística
Práctica de negocios
Linaje
Especie, filo
Tradición, institución
Programa de investigación
Dialecto
Negocio, industria
Economía
Sistema ecológico
Cultura
Comunidad disciplinar
Comunidad lingüística
Sector de mercado 
Reproducción
Reproducción de organismos
Constitución de un nuevo perfil
Formación
Adquisición del lenguaje
Establecimiento de una nueva empresa
Individuo
Organismo, colonia
Individuo memético
Científico
Hablante
Agente económico
Substrato
Moléculas orgánicas
Redes neuronales
Código
Alfabeto del ADN
Semántico
Semántico y matemático
Gramática y vocabulario
Moneda
Medio de codificado
Aminoácidos, proteínas
Estructuras neuronales, prácticas
Estructuras neuronales, libros, instituciones, asociaciones
Estructuras neuronales, material escrito, grabado, etc
Estructuras neuronales, ordenadores, libros, recibos, ficheros bancarios, etc.


4.2 Crítica a la memética

La memética es una ciencia joven y todavía con muchas lagunas. En parte por esto, y en parte porque es una ciencia incómoda (en el mismo sentido que era incómoda la teoría de la evolución de Darwin). Es incómoda porque choca con la intuición, porque convierte nuestros cerebros en poco más que en receptáculos de memes (del mismo modo que la genética convierte nuestros cuerpos en receptáculos de genes), porque va contra ideas preestablecidas sobre la moral, el libre albedrío, el desarrollo del lenguaje y un largo etcétera de explicaciones tradicionales sobre la evolución cultural del ser humano. Presentaremos tres críticas comunes al concepto de meme[18][19], críticas que la memética admite.

4.2.1 No podemos especificar la unidad del meme

Es decir, no sabemos reducir e identificar el meme con una sola cosa, como podemos hacer con el gen. ¿Es un meme las primeras palabras del Quijote, o lo es el libro entero? Estoy inclinado a decir que las dos son memes. Sin embargo, el hecho de que no podamos encontrar (o que no lo hayamos hecho todavía, en el caso de que exista) la unidad memética, no significa que este meme no pueda cumplir las condiciones de variación, selección y herencia que debe cumplir[20].

4.2.2 No sabemos el mecanismo para copiar y almacenar memes

No, no lo tenemos[21]. El hecho de que hoy en día sepamos tanto sobre como funciona el ADN nos puede llevar a pensar que necesitamos el mismo nivel de comprensión para la memética, inmediatamente. No olvidemos el camino recorrido por la genética. En 1859 Darwin escribió su libro El origen de las especies. No fue hasta 1930 que la genética y la selección natural se fusionaron, y hasta los 40 que otras áreas científicas se unieron a su vez para dar lugar a lo que se conoce como síntesis moderna. Y no fue hasta la década de los 50 que la estructura del ADN fue descubierta. En el primer siglo de darwinismo, se avanzó muchísimo sin tener todavía la más mínima idea del control de la síntesis de proteínas o de que hacía el ADN. La memética se ha desarrollado como ciencia al final del siglo XX, por tanto le queda mucho camino por recorrer. Sin embargo, podemos decir que está en una mejor posición de la que estaba la genética en su época, principalmente gracias precisamente a la genética y al darwinismo. Darwin tuvo que enfrentarse, como ya hemos visto, a un doble problema. Tenía que explicar dos teorías, la teoría de la evolución en los seres vivos, y también el mecanismo por el cual se creaba complejidad sin diseñador. Actualmente solo tenemos que explicar una, porque la otra ya fue explicada y es lo que se conoce hoy en dia como darwinismo universal. Además, en la memética podemos aprovecharnos de todos los avances de la biología, la genética, la informática y la neurología con respecto a la comprensión del cerebro. Un gran candidato al almacenaje de memes es sin duda alguna parte de dentro del cerebro. Estudios sobre redes neuronales tanto en el campo de la informática como de la neurología nos muestran que los memes podrían ser consecuencia de estas mismas redes, donde se asignan pesos distintos a las conexiones sinápticas entre neuronas según estas se disparen al mismo tiempo o no. Esto va tejiendo un mapa de disparos que configura nuestro cerebro y hace que reproduzca y clasifique en cierto sentido el mundo exterior[22]. Como nos dice Blackmore, “una tarea importantísima de la ciencia memética será la de integrar la psicología de la memoria con un entendimiento de la selección memética”[23].

Con respecto al mecanismo de transmisión de memes, hemos visto que se hace mediante imitación. Sin embargo, estamos lejos de entender cómo funciona exactamente ese mecanismo de imitación en los cerebros. Pero sabemos que las acciones que son fácilmente imitables harán que se propaguen memes exitósamente y las que son difícilmente imitables no lo harán. Además, la transmisión efectiva de memes depende de manera crítica de preferencias humanas, como emociones, deseos o atenciones. Dicho de otra forma, de la psicología evolutiva. También por razones genéticas, nos atrae la atención el sexo, la comida, evitar el peligro y otra serie de cosas. La psicología evolutiva y la genética evolutiva ya nos ofrecen muchas explicaciones sobre las razones por las cuales algunos memes tienen más exito y otros menos.

Es cierto que no sabemos donde se almacenan y cómo se transmiten los memes, pero sin duda sí sabemos dónde empezar a buscar.

4.2.3 La evolución memética es Lamarckiana

Diversos autores critican la evolución memética como Lamarckiana, es decir, donde caracteres adquiridos a lo largo de su vida por el individuo pasan a su descendencia o bien horizontalmente a sus congéneres. Argumentan que una visión Lamarckiana de la evolución no tiene cabida, y que la evolución tiene que ser siempre darwiniana, esto es, horizontal. Sin embargo, hay dos potentes razones en contra de esta conclusión[24]. La primera es que la visión lamarckiana no está en contra del algoritmo evolutivo del que parte el darwinismo universal. Incluso con trazas de lamarckismo se puede asegurar la variación, selección y herencia de los replicantes. La segunda, quizás más importante, es que esta crítica denota un profundo desconocimiento de la teoría de la evolución, reduciéndola al funcionamiento macroevolutivo de grandes animales o plantas con reproducción sexuada. Sin embargo, hay muchísimos ejemplos de seres con transvase de información horizontal y características lamarckistas, como por ejemplo los virus, las bacterias, y muchas células que funcionan en nuestro interior. Evidentemente los memes no son como genomas de elefantes, pero esa crítica no se sostiene; tampoco el funcionamiento y transmisión de la información en las bacterias lo es y no por ello decimos que no es darwinista.

 

5. Casos prácticos: del gen al meme


Existen casos prácticos tradicionalmente estudiados desde el punto de vista de la genética o sus derivados (sociología evolutiva, psicología evolutiva, etc) donde el estudio desde el punto de vista del meme nos ofrece ventajas comparativas y un mayor entendimiento del asunto. Presentaremos tres casos, el primero tiene que ver con la religión, el segundo con la evolución humana (incluyendo el lenguaje o el desarrollo cerebral) y por último temas que tienen que ver con la consciencia, la creatividad, el libre albedrío y la moral[25].

5.1 Religión e información viral

La memética es conocida en la cultura popular por su tratamiento de la información viral. Como Dawkins originalmente expresó, las cadenas de cartas, los esquemas piramidales y los emails víricos son ejemplos de información que es replicada por su propio beneficio y no por el beneficio de los que hacen la copia. La estructura de todos estos virus es la misma: presentan una instrucción de auto-copia respaldada con amenazas y promesas. Esta es precisamente la estructura de las grandes religiones. El cristianismo y el islam, por ejemplo, presentan mecanismos efectivos para asegurar poder infectar a nuevas personas. Muchas religiones tienen mecanismos para asegurar que sus ideas centrales se perpetúen juntas en un paquete, y que ese paquete sea irrompible. Amenazas y promesas se usan para asegurar respeto al mensaje (el cielo, el infierno) o para evitar que la gente se desentienda del mensaje (pena de muerte para apóstatas en el islam, por ejemplo).

Si se usa la memética para el análisis de sistemas de creencias, esta sería capaz de hacer predicciones basadas en tratar a las religiones o sectas como sistemas parásitos que evolucionan en portadores humanos. Por ejemplo, sería capaz de predecir que trucos meméticos las religiones necesitan usar para sobrevivir en diferentes circunstancias, tales como la diferencia entre la transmision vertical (del judaísmo y el catolicismo) y la transmisión horizontal (de los cultos evangélicos). El poder del celibato podría ser visto como una manera de asegurar que el sacerdote emplee su tiempo propagando sus memes en lugar de sus genes. Otro ejemplo de propagador de memes en detrimento de los genes sería el de la figura del mártir, muchos de ellos muertos sin descendencia.

5.2 Evolución humana

La memética propone una forma completamente diferente de pensar en la evolución humana con respecto a otras teorías. La diferencia fundamental es que la cultura se considera no como una adaptación beneficiosa de los primeros homínidos y de sus genes, sino como un replicante parasitario de segundo nivel que apareció cuando nuestros ancestros fueron capaces de imitar. Desde entonces los dos replicantes evolucionaron juntos, tanto que los memes reestructuraron los cuerpos y cerebros humanos para que estos se convirtieran en máquinas mejores en la tarea de propagar los mismos memes que habían copiado. En esta visión, el punto de inflexión de la evolución humana no es el comienzo de uso de herramientas, o del lenguaje, o del simbolismo, sino el comienzo de una imitación con suficiente fidelidad para no perder los memes adquiridos. La inteligencia y el lenguaje son meras consecuencias de esta transición en vez de sus causas. Asumiendo que la característica de imitación requiera un mayor espacio en el cerebro, con el tiempo los humanos con más capacidad de imitación serían los exitosos para este nuevo replicante, favoreciendo así la expansión de cerebro que se produjo en nuestros ancestros.

Sin embargo, la diferencia con respecto a otras teorías es que en la visión memética, la dirección tomada por la evolución de los memes afecta a su vez a la evolución biológica. Así, los memes son replicantes que evolucionan para su propio beneficio pero que también hacen que los genes evolucionen a su vez. Un ejemplo común usado para describir la co-evolución de la genética y la cultura es el efecto del consumo de leche con respecto a la intolerancia a la lactosa.

Una cosa parecida podríamos decir del lenguaje, así como de la evolución de la música, los comportamientos religiosos y muchos otros aspectos de la naturaleza humana. Durante los últimos dos o tres millones de años, los memes han evolucionado compitiendo entre ellos, y los vencedores han marcado la dirección de la evolución biológica para crear cerebros que no solo eran más grandes sino tambien mejor adaptados a copiar los memes. En el caso del lenguaje, se empezó a copiar sonidos, y luego con el incremento cerebrarl la calidad de la copia fue mejor, y la variedad de sonidos pudo concretizarse en palabras, y de ellas, junto con una evolución biológica paralela, se pudo pasar a gramáticas y estructuras más complejas. Lo mismo puede ser dicho de la música, el arte o la religión.

5.3 Moral, libre albedrío y consciencia

Una crítica común hacia la memética es que compromete la autonomía humana y el poder creativo de la consciencia para crear moral y libre albedrío, y trata al ser humano como un repositorio de memes sin voluntad. Estas ideas vienen directamente respaldadas por la idea principal del darwinismo universal, en la cual se basa la memética, es decir, la idea de que todo diseño en el universo se crea a partir del algoritmo evolutivo y es movido exclusivamente por el replicante. Esto significa que la creatividad humana emerge de la capacidad humana de almacenar, variar y seleccionar memes, en vez de por alguna especial chispa creativa o por el poder de la consciencia. El ser humano puede ser en si mismo una construcción o derivación de la competición memética, cuya razón de ser sea la de proteger y propagar memes, incluyendo todos los memes que definen la esencia de una persona. En esta visión la persona no es una entidad que existe con libre albedrío y consciencia, sino que todo eso es una ilusión persistente. Esta visión memética de los seres humnos como una creación de la evolución de dos replicantes (el gen y el meme) puede ser desgarradora y descorazonada, pero tiene la ventaja de unir creatividad biológica y humana en una, y proveer nuevas maneras de entender la naturaleza humana, la consciencia y la moral.

6. Futuros (presentes) posibles: el tercer replicante

Vimos en el capítulo anterior la interesante idea de que el diseño de gran parte de nuestra esencia biológica que podemos identificar con lo que significa ser humano, como por ejemplo la capacidad de imitación, el lenguaje, el uso de herramientas, el arte, la música o la religión (y podemos añadir más, como la ciencia o las matemáticas), tiene que ver con los cambios inducidos por el meme en la genética para beneficio del primero. La razón de que nuestro cerebro parezca diseñado para albergar de manera biológica estos instintos culturales (como el de la música o el lenguaje) es precisamente porque lo está, y ese diseño lo ha hecho el efecto que la evolución memética tiene sobre la genética.

El cerebro humano fue la primera máquina de memes pero ahora otras, mucho más efectiva, han sido creadas. Los pequeños pasos iniciales hacia un incremento de la longevidad, la fecundidad y la fidelidad de los memes incluyó la invención de la escritura, la pintura, las carreteras, los teléfonos y los faxes. Todos estos desarrollos pueden ser vistos como memes co-evolucionando con su maquinaria de copia. Ahora el paso hacia un tercer replicante puede ser dado. Podemos verlo de este modo: los replicantes de primer nivel (genes) construyeron vehículos que los protegían y los propagaban. Uno de esos vehículos fue capaz de imitar y eso hizo posible el desarrollo del segundo nivel de replicante (memes). Asñí, el vehículo del nivel anterior se convirtió en la maquinaria de copia del segundo nivel. Un paso similar puede darse en la forma en la que los sistemas informáticos han empezado como vehículos para almacenar y manipular memes, y rápidamente están convirtiéndose en máquinas capaces de llevar a cabo copia, variación y selección de la información. Esto posibilitaría la introducción de un tercer replicante, el teme[26], que, como ya hizo el meme con su predecesor, podría afectar tanto el desarrollo del replicante segundo (el meme) como del primero (el gen). Dado que es un tercer replicante por derecho, y por tanto evoluciona de manera independiente a los otros dos, no podemos esperar, de la misma forma que no pasó con los genes, que los temes se muestren complacientes a los deseos de viejas máquinas de memes (humanos)

7. Bibliografía


Blackmore, S. (1999) The meme machine. Oxford University Press, Oxford.

Blackmore, S. (2008) On memes and temes. Conferencia TED febrero 2008. Recuperado de http://www.ted.com/talks/susan_blackmore_on_memes_and_temes.html

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[1] (Ruiz y Ayala, 2002) p. 83
[2] (Dawkins, 2006)
[3] Thomas Henry Huxley, un convencido defensor de la teoría de la evolución de Darwin, y amigo personal de este, es conocido como el rottweiler de Darwin por la vehemente exposición de la teoría de la que hacía gala en debates públicos cada vez que tenía ocasión.
[4] Podemos encontrar este singular resumen del libro de Darwin en la conferencia TED (Blackmore, 2008)
[5] (Fischer, 1930)
[6] Un gran paso que esclarece la función del mal llamado hasta ahora ADN basura ha aparecido gracias a las recentísimas publicaciones de más de 30 artículos científicos en las más prestigiosas revistas del mundo del proyecto internacional ENCODE. Más información sobre el proyecto y el alcance de los resultados en http://www.genome.gov/10005107
[7] (Dawkins 1976) p.192 y siguientes para profundizar más sobre el replicante
[8] (Dennett 1995) p. 21
[9] (Blackmore 1999) pp. 10-13 para una explicación detallada del Darwinismo Universal
[10] (Dawkins 1999) p. 83
[11](Dawkins 1999) p. 83, de los originales en inglés dead-end replicators y germ-like replicators. La traducción es mía.
[12] (Dawkins 1999) p. 84
[13] (Blackmore 1999) pp. 4-9 y 13-24 para una explicación más detallada sobre el meme como replicante.
[14] (Wilkings 1998)
[16] (Blackmore 1999) p. 17. Esto es lo que se conoce como la Regla de Campbell.
[17] (Wilkins 1998) Table 1
[18] (Blackmore 1999) pp. 53-66
[19] (Hallpike 2011) critica last tres razones en su artículo
[20] (Kronfeldner 2011) y  (Gatherer 1998) critican esto precisamente
[21] (Gatherer 1998) critica este aspecto
[22] (Churchland 2006)
[23] (Blackmore 1999) p. 57
[24] (Dennett 1998) Punto 2 del artículo
[25] (Blackmore 1999) pp. 67-203 y (Blackmore 2010) para más información sobre estos temas
[26] (Blackmore 2008) para el nacimiento del término teme.

lunes, 18 de junio de 2012

Conflictos de Intereses en la Investigación Biomédica: los médicos

Conflictos de intereses, la industria farmacéutica y su historia


  • La primera fase es la de los condicionantes previos, que son factores que condicionan el estado mental de un individuo con respecto a su neutralidad, es decir, que comprometen el potencial de esa persona a ejercitar su responsabilidad hacia el bien público.

  • La segunda fase es la del estado mental, que representa los sentimientos, debilidades o afinidades condicionadas por la primera fase.

  • La tercera fase es la del comportamiento externo, que son los actos que realiza esta persona, movido por el estado mental y la situación al que le llevan la primera y segunda fase.

Así, si un médico nuevo entra en un hospital en el que ve a médicos veteranos aceptando invitaciones a viajes y conferencias por parte de laboratorios, estará inconscientemente adquiriendo unos condicionantes previos que le predisponen a aceptar también él estos viajes y conferencias, ya que es algo que no sólo ve como normal, sino que puede ser entendido incluso como una recompensa al trabajo bien hecho. Cuando acepta uno de estos viajes o conferencias por parte de un laboratorio, el médico se posiciona en un estado mental en el que desarrolla sentimientos de simpatía o favoritismo hacia ese laboratorio, y que le predispone a cometer actos no éticos para saldar su supuesta deuda o en señal de reciprocidad o gratitud. Cuando efectivamente el médico receta uno de los medicamentos del laboratorio en cuestión, no solo por el beneficio objetivo que este pueda tener a sus pacientes, o por el ahorro económico que este pueda suponer al estado, sino también como forma de gratitud hacia su relación privilegiada con el laboratorio, este comportamiento externo es el que propiamente definimos como conflicto de intereses.

Es oportuno señalar que aunque hablando desde un punto de vista legal solo podríamos llamar conflicto de intereses a la tercera fase, aun así es muy difícil demostrar que el individuo actúe de esa manera para realmente gratificar o reciprocar sus relaciones personales fuera del interés público, ya que a menudo este interés público también se sirve (aunque sea de una manera parcial). Por eso, dada la dificultad de la evaluación de los verdaderos intereses del individuo y de su pensamiento cuando realiza una u otra acción (que convierte muchas veces este tipo de juicios en más bien juicios de intenciones que de acciones) en muchos ámbitos laborales donde el peligro del conflicto de intereses es evidente, las reglamentaciones internas han intentado atacar las conductas de la segunda fase, e incluso de la primera, entendiendo que la tercera fase es consecuencia de las otras dos. Así, si mediante cursos en los centros de formación de profesionales de las distintas ramas con potencial evidente de conflicto de intereses se les informa y advierte de este peligro, sería más difícil en teoría que adquirieran los condicionantes previos propios de la primera fase (aunque luego veremos que esto es muy discutible). Si se prohiben en reglamentos internos el aceptar regalos o invitaciones de una cuantía superior a la meramente simbólica (como de hecho se hace en la mayor parte del funcionariado público de muchos países) se supone que se evita la relación de reciprocidad y gratitud entre las dos partes, evitando así la posibilidad de conflicto de intereses.

Sin embargo, en el mundo científico, la idea de conflicto de intereses no solo llega tarde, sino que es ampliamente rechazada por muchos científicos, que se ven a si mismos como buscadores y garantes de la verdad y que jamás verían su prestigio (lo más importante para un científico, después de la búsqueda de la verdad) mermado por un interés monetario o familiar. Esta visión del científico aislado del mundo y de las relaciones interpersonales que este conlleva, y subsumido en su trabajo en pos de la verdad, por mucho que sea la que comparten muchos de ellos, no puede dejar de ser más una ilusión y un ideal que una realidad. La verdad es que, en el mundo científico, como en cualquier otro, el conflicto de intereses es una realidad. Nos centraremos en este trabajo en el conflicto de intereses en el sector biosanitario, concretamente en la relación entre el estado, las farmacéuticas y los pacientes, presentando al médico como nexo de unión entre ellos. Veremos a continuación cómo es la dinámica que favorece el conflicto de intereses en el sector biosanitario de una manera general, centrándonos en el papel de las industrias farmacéuticas, y como éstas se han ido posicionando política y económicamente en una posición cada vez más fuerte para fomentar estos conflictos.
La industria farmacéutica se autopresenta como la garante de la medicina moderna, sustentada en su mayor parte en el avance de los tratamientos médicos y de la investigación y el desarrollo que estos conllevan. Sin embargo, al ser una industria enorme, con enormes cuotas de poder político, económico y social, podemos imaginar que esta cuota de poder trae consigo también grandes cuotas de influencia, donde las personas individuales afectadas presentan conflictos de intereses. Estas personas afectadas abarcan un amplio abanico, que va desde políticos cuyas campañas electorales son financiadas por la industria farmacéutica, y acto seguido legislan a favor de ellas; a científicos e investigadores dentro de estas compañías que tienen a realizar investigaciones que favorecen los intereses de la compañía; a médicos que son mas propensos a recetar tal o cual medicamento dependiendo de a cuántas comidas o congresos hayan sido invitados; a investigadores universitarios que están mas preocupados en que el laboratorio con el que colaboran les siga financiando sus experimentos que en el propio experimento; a funcionarios estatales que ven como están perdiendo poder y toma de decisiones con respecto a las farmacéuticas; y un largo etcétera. Todas estas personas participan de una manera u otra en la amalgama de conflictos de intereses que se da en el sector farmacéutico. Las características principales que fomentan la existencia de conflictos de intereses en esta industria son[1]:
·         Las compañías farmacéuticas producen pocos medicamentos originales e innovadores, limitándose a copiar vagamente viejas fórmulas para así obtener la prolongación de la patente de explotación de su producto (las conocidas como me-too drugs)
·         Las agencias reguladoras (como por ejemplo la FDA americana, la agencia reguladora para de alimentos y medicamentos, o su homóloga europea, la EMA o agencia europea de los medicamentos) están demasiado supeditadas a la industria que intentan regular.
·         Las compañías farmacéuticas tienen demasiado control sobre la investigación clínica de sus propios productos.
·         Las patentes y otros derechos de propiedad son demasiado duraderos y elásticos.
·         Las compañías farmacéuticas tienen demasiada influencia en los cursos de formación, charlas, congresos, artículos científicos, etc. sobre sus propios productos.
·         Datos relevantes sobre la investigación, el desarrollo, la comercialización y el precio de los medicamentos se mantienen en secreto.
·         Los precios son demasiado altos y variables.
Ante una estructura que presenta estas características, es fácil imaginar que los actores que intervengan en ella se les pueda presentar un conflicto de intereses. Estos conflictos de intereses en el caso que nos ocupan no solo afectan al ámbito ético, pudiendo analizar si es moralmente reprobable determinada actitud que superpone el interés personal o corporativo ante el perjuicio social, sino que también, dado que nos encontramos en el sector biosanitario, afectan al ámbito epistemológico, ya que el conocimiento científico se puede ver afectado en el caso por ejemplo de que un investigador valore más positivamente de lo que realmente debería serlo la utilidad de un medicamento. Es importante tener en cuenta la dimensión extra epistemológica añadida a la dimensión ética, ya que esta es propia de los conflictos de intereses en el ámbito científico. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Dos son los factores claves para explicar la extraordinaria expansión de la industria farmacéutica desde los años 70 hasta como la conocemos hoy. Primero, la revolución biotecnológica de los 70, la llamada ingeniería de recombinación, una consecuencia práctica de la ciencia genómica, con la que era posible, en teoría y con su debida investigación, sintetizar artificialmente tejidos, órganos, hormonas y fluidos del cuerpo humano. En esta época, existían pocos científicos universitarios que mantuvieran relaciones con compañías farmacéuticas. Sin embargo, el gobierno estadounidense, dándose cuenta de las ventajas de la revolución biotecnológica y de lo que esto podía suponer para generar riqueza en el país, aprobó en el 1980 la ley de Bayh-Dole[2]. Y este fue el segundo factor clave, ya que este cambio legislativo permitía y fomentaba que las universidades patentaran y comercializaran descubrimientos hechos por sus investigadores y financiados por fondos federales. Esto evolucionó hacia una integración entre la universidad y la empresa, al crear las propias universidades incubadoras de empresas tecnológicas donde explotar estas patentes, pudiendo estas ser financiadas por capital privado[3]. A partir de aquí, el poder económico que fueron teniendo las compañías farmacéuticas, cada vez mayor, se transformó también en áreas de influencia política y social, y la inercia de una sociedad civil demasiado callada y un gobierno colaborativo hicieron el resto. Es comprensible hasta cierto punto que estemos en la situación que estamos, ya que en temas tan delicados como la salud tendemos a dejarnos aconsejar por los que mejor saben, y estos teóricamente no son otros que los especialistas farmacéuticos y otros profesionales del sector sanitario.

Abordaremos dentro del complejo mundo del conflicto de intereses en el sector biosanitario un caso particular que es el que aborda al conflicto de intereses en los médicos.

Los médicos

Dentro del conflicto de intereses hay un caso particular que es el que afecta a la prescripción médica. Los médicos en disposición de expedir recetas médicas, y al servir de puente entre la industria farmacéutica y el estado, por una parte, y los pacientes o enfermos, por otra, son una pieza clave en este engranaje. Su conflicto de intereses es el de imponer el beneficio propio (y el de la compañía farmacéutica) al del beneficio de los pacientes.
Al ser los que eligen en última instancia el medicamento que se le debe administrar al paciente, los médicos se presentan como un elemento clave del proceso. La industria farmacéutica necesita de la colaboración de los médicos, sin los cuales sus productos no tendrían salida al mercado. Para ello usan diferentes técnicas que pueden en un momento dado favorecer el conflicto de intereses. Estas técnicas afectan al médico durante toda su vida educativa y laboral, empezando desde su formación. Es frecuente que el futuro médico entre en contacto durante su etapa universitaria con alguna empresa del sector, gracias a los comunes acuerdos firmados entre la universidad y esta industria. En EEUU no se ve como algo raro que el lugar del campus donde se encuentran los laboratorios para las clases prácticas se llame “Edificio Bayer”[4], pagados posiblemente por esta compañía en virtud de acuerdos de colaboración universidad-industria bajo el amparo de la Ley Bayh-Dole. Tampoco es extraño que muchos artículos científicos hablando de análisis comparativos de medicamentos, de los que se nutren los estudiantes para su formación, provengan o bien de investigadores de las propias compañías, o bien de estudios financiados total o parcialmente por estas compañías. Nada de esto es en sí ilegal o constitutivo de conflicto de intereses en sentido estricto, pero ya hemos visto que es difícil probar claramente que la tercera fase (comportamiento externo) responda verdaderamente a un conflicto de intereses. Sin embargo, podemos inclinarnos a pensar por el momento que estas experiencias, tanto la del nombre y financiación en las universidades por parte del sector farmacéutico como la del acceso por parte de los estudiantes a artículos financiados por este mismo sector, pueden influir en la forma en la que los futuros médicos perciben la realidad, en lo que llamamos los condicionantes previos cuando vimos las tres fases de los conflictos de intereses. Incluso más preocupante es el tema cuando vemos que los artículos científicos financiados por la industria tiene más probabilidades de presentar un sesgo interesado que los que no están financiados por ella[5].
Ya durante la vida laboral del médico, aparece la figura del visitador médico. El visitador médico es un empleado de una compañía farmacéutica encargado de acercarse a los médicos para poder ganarse su confianza y hacer que sean más propensos a recetar los medicamentos de su compañía. Para ello cuentan con un presupuesto nada desdeñable por parte de las farmacéuticas, que en algunos casos llega al 30% del total del presupuesto de la empresa, aunque este aparece clasificado en las cuentas en un cajón desastre para administración/educación/marketing[6]. Este presupuesto es invertido de múltiples formas, para captar la atención del médico. Desde los simples regalos de poco valor económico hasta millones de dólares a lo largo de años de relación, las posibilidades son infinitas.
Suelen empezar muy pronto en el desarrollo de la profesión médica. Como hemos visto, ya desde la universidad los médicos están predispuestos y ven como normal el hecho de que haya laboratorios en sus vidas profesionales, y cuando llegan a su clínica u hospital, no sólo se convierte en algo normal, sino que el hecho de tener visitadores médicos les da cierto prestigio, como veremos más adelante. Tanto es así, que médicos residentes de primer y segundo año atienden de dos a tres veces más a comidas organizadas por los laboratorios para publicitar medicamentos que médicos con algo más experiencia (residentes de tercer y cuarto año), y más médicos residentes de los primeros dos años creen que los representantes de los laboratorios tienen un rol importante en su desarrollo educativo, con respecto al grupo de los residentes de los últimos dos años. Asimismo, los de primeros años están tres veces más predispuestos a recibir medicamentos de muestra por parte de los visitadores médicos[7]. Vemos aquí varias prácticas comunes de los visitadores médicos, como la de organizar comidas para publicitar medicamentos, regalar medicamentos de muestra para que los médicos los puedan probar en sus pacientes y así ver cómo les funciona y por último una de las más importantes, la de contribuir a su desarrollo educativo.
La contribución de las farmacéuticas al desarrollo educativo de los médicos puede ser hecha de varias formas. La más común es la de cubrir el costo de inscripción, hoteles y viaje del médico (y a veces, de su acompañante o familia) con el objetivo de que pueda asistir a un congreso de su interés. También puede cubrir el costo de una ampliación de estudios o curso de especialización en el que el médico pueda tener interés. A un tercio de los médicos se les financian estas dos cosas. Cuando estos médicos alcanzan un cierto nivel de reconocimiento en su profesión, son invitados a estos congresos, cursos de especialización, pero esta vez como ponentes. También se les puede requerir que conduzcan un ensayo clínico o que escriban un artículo sobre algún tema relacionado con su especialidad (y/o con un medicamento de una compañía específica). Un 28% de ellos recibe una compensación económica por ello de parte de los laboratorios farmacéuticos[8].
Pero no solamente los médicos recién llegados se benefician de estos parabienes de la industria farmacéutica. Toda la profesión se ve afectada de una u otra manera. Así, según (Hodges, 1995) ,(Campbell, 2007) y (Kaiser, 2009), un 94% de los médicos mantiene algún tipo de relación con la industria farmacéutica que podría desarrollarse en conflicto de intereses, un 83% ha sido invitado a comer, y un 78% ha recibido medicamentos de muestra. Dentro de los médicos hay clases. Así, un cardiólogo tiene el doble de posibilidades de establecer contacto y recibir a un visitador médico que un médico de familia, y médicos con consulta propia o en clínicas privadas pequeñas se reúnen con visitadores más frecuentemente que los de los hospitales públicos o las grandes clínicas privadas. El dinero que estos reciben varía enormemente. Puede ir desde una media de unos 20 dólares por visita para un médico en prácticas hasta cifras de varios cientos de miles de dólares al año (y continuadamente durante varios años, llegando a cifras de millones de dolares) para jefes de sección o médicos especialistas de grandes universidades.
Dada la absoluta normalidad y extensión de las relaciones entre los médicos y la industria farmacéutica, podría pensarse que los médicos tienen buenas razones para ello (aparte de la obvia razón de la ventaja económica/social de percibir dinero, regalos y oportunidades de viaje y educación, quiero decir). Sin embargo, menos de un tercio de los médicos del estudio de (Hodges, 1995) creen que los visitadores médicos proporcionan una fuente fidedigna de información sobre los medicamentos. A pesar de eso, el 71% estuvo en desacuerdo con prohibir la visita de representantes de la industria farmacéutica por ley. El gran porcentaje de médicos en prácticas que cree que no pueden ser influenciados mediante las visitas o los regalos de los visitadores médicos raya en la ingenuidad. La ingenuidad parece convertirse en cinismo cuando menos de la mitad de ellos mantendrían el mismo nivel de contacto con los visitadores médicos si regalos promocionales y otros beneficios no formaran parte del trato.
Como pone de manifiesto el artículo de (Chimonas, 2007), la actitud de los médicos ante las visitas de los representantes de la industria farmacéutica y de los regalos que de ellos reciben no deja de estar llena de incongruencias y contradicciones inquietantes. La mayoría de los médicos no cree que la interacción con los visitadores altere su comportamiento o juicio médico, sin embargo sólo un 16% cree que no altera el de sus colegas médicos. Es decir, la mayoría de los médicos creen que mientras que la mayoría de sus compañeros sí se ven afectados por estas interacciones, ellos desarrollan una especie de inmunidad o superpoder que les evita caer en la parcialidad. Las incongruencias también se manifiestan en cuanto a los regalos: la mayoría está de acuerdo con la situación actual de regalos, invitaciones a comer, viajes, comidas para mostrar nuevos medicamentos, etc., y creen que en general les ayudan a educarse sobre nuevos productos y a mejorar la información que se le puede ofrecer al paciente. Sin embargo, no quieren que los datos de estos regalos puedan ser públicos, y admiten que los regalos pueden comprometer la objetividad del médico. El secretismo con respecto a los regalos es hermético tanto por parte de los médicos como por parte de la industria. En general, los médicos son conscientes de los efectos negativos de las interacciones pero no tienen intención de que cesen. Ante ello actúan con disonancia cognitiva, tratando de resolver los conflictos que erosionan su autoimagen de médicos altruistas que buscan el bien del paciente en todos los casos. Para lidiar con esta disonancia, usan dos aptitudes: la racionalización y la negación. Así, ignorar el asunto (admitiendo que nunca han pensado en eso), desplazar la responsabilidad (a las compañías farmacéuticas o al Estado) o enfatizar los beneficios (educación, probar nuevos productos) mientras se minimizan los daños (posibles recetas que no redundan en el beneficio del paciente) son prácticas comunes.

Las soluciones

Solucionar un tema que afecta a tanta gente, donde hay tanto poder político, económico y social concentrado, y en un sector tan delicado como es el de la salud, no es fácil. Además, si contamos con médicos que presentan disonancia cognitiva de la situación y van a negar o racionalizar su práctica de conflicto de intereses, la solución se vuelve aún más difícil.
Antes de entrar en el tema de los médicos propiamente dicho, cabe decir que ya que el sector farmacéutico esta muy interrelacionado, todo lo indicado a resolver los conflictos de intereses en otros campos del sector también redundará en un beneficio indirecto para el campo específico de los médicos. Así, como nos propone (Angell, 2006), una nueva ley de patentes que recupere su intención original y no facilite la aparición de me-too drugs; unas agencias reguladoras fuertes e independientes de la industria que quieren regular; la creación de un instituto público para el control de los análisis clínicos, ahora en manos de las propias compañías; una ley de transparencia sobre el proceso de investigación, desarrollo y comercialización de los medicamentos o unos precios de mercado fijos  y razonables sin duda ayudarían a disminuir la esfera de poder de las compañías farmacéuticas y por tanto contribuirían a evitar muchos de los conflictos de intereses que se dan en el campo de las interacciones con los médicos.
(Hodges, 1995) nos recomienda la inclusión de cursos de responsabilidad ética sobre conflicto de intereses en la universidad, ya que las interacciones entre doctores y farmacéuticas son más comunes en médicos más jóvenes e inexperimentados. Sin embargo, (Chimonas, 2007) nos indican que las medidas (sobre todo la que se refiere a las recomendaciones y buenas prácticas voluntarias) que proponen la mayoría de las asociaciones médicas son inadecuadas. Precisamente por la disonancia cognitiva de la que hablamos, es muy difícil que la autorregulación por sí sola (aunque venga de parte de asociaciones médicas) pueda alterar la conducta de los médicos para resolver favorablemente los conflictos de intereses, ya que estos siempre pueden racionalizar y negar su conducta haciendo que no sean ellos el sujeto de los conflictos de intereses. No sirve de nada un código de conducta para resolver conflictos de intereses si ningún médico se reconoce como actor en él. Chimonas et al. apuestan por tanto por una resolución del conflicto de intereses de manera externa al médico.
Este control externo puede venir de varias formas. La más obvia es sin duda la de la regulación e imposición de códigos éticos para médicos. Como ya se hace en otros ámbitos de la vida pública, como en la mayoría del funcionariado estatal y muchas profesiones liberales (abogados, economistas, etc) se puede imponer en los médicos ciertas normas éticas de restricción de visitas, control sobre los regalos, control sobre los análisis médicos a pacientes, etc. También se pueden imponer leyes que aboguen por una mayor transparencia en el sector, obligando a los médicos a declarar el dinero recibido por parte de los laboratorios, o las conferencias en las que han participado como ponentes pagados por laboratorios médicos.
Pero la imposición de restricciones vía reglamento tiene sus limitaciones. Las compañías farmacéuticas aprovechan el ambiguo campo de la educación para poder seguir regalando viajes a congresos a los médicos. En el plano legal, muchos de los pleitos contra médicos no terminan en juicios, sino en acuerdo entre las partes, cubriendo la cantidad de dinero acordada entre el médico y el denunciante por parte de una compañía farmacéutica[9]. Bajo este amparo, los médicos sienten que pueden seguir infringiendo la ley, ya que para empezar, es difícil probar la existencia de conflicto de intereses, y si se diera el caso, saben que las compañías farmacéuticas van a cubrir el coste.
Una forma efectiva de contrarrestar estas pequeñas trampas de la industria ante las regulaciones es la de la denuncia pública por parte de la sociedad civil, siendo esta una forma de control externo que no necesita de regulación o intervención política. Un ejemplo evidente de ello es que las compañías farmacéuticas han reducido el gasto dedicado a los médicos desde que éste está vigilado por instituciones sin ánimo de lucro de la sociedad civil (Weber, 2012), como por ejemplo la lista Dollars for Docs[10], una base de datos donde se especifican y hacen públicas las interacciones monetarias entre la industria farmacéutica y los médicos.

Cuatro vías

Como vimos al principio del trabajo, cuantas más interacciones interpersonales, es decir, mientras más compleja sea la estructura con la cual estamos tratando, más posibilidad de aparición de conflictos de interés se nos presentan. La estructura de la industria de la salud y todo su abanico engloba universidades, gobiernos, la industria farmacéutica, hospitales y clínicas, investigadores, compañías de seguros y pacientes, todos involucrados en mayor o menor medida. Y las interacciones interpersonales entre ellos no creo que decrezcan a corto o medio plazo, sino más bien al contrario. La estructura se vuelve cada día más compleja, y con ella, más aumenta el riesgo de los conflictos de intereses. Como hemos visto, una pieza clave que hace de puente entre la industria farmacéutica y los pacientes es la figura del médico que esta en disposición de expedir recetas de medicamentos. Dada la influencia a la que se ve sometido el médico por parte de los visitadores médicos de las compañías farmacéuticas y otros factores aquí tratados, la aparición de conflictos de intereses en la vida de un médico es muy probable. Ante todo ello, propongo cuatro vías para intentar reducir el número de conflictos de intereses en los médicos, ya que eliminarlos completamente me parece imposible.
1.      Educación: impartir como parte del itinerario universitario del médico cursos donde se trate el tema del conflicto de intereses, y la situación práctica de tener que lidiar con visitadores médicos en el futuro. Esta vía tiene resultados debatibles, como hemos visto, pero no cuesta mucho y el médico no podrá decir en un futuro que es la primera vez que oye lo que son los conflictos de intereses o que no sabe cual es el verdadero papel del visitador médico cuando se le presente la situación en la vida real.
2.      Regulación: como existen en otras profesiones (tanto en la vida del funcionariado público como en otras profesiones liberales), deberíamos dotar a los médicos con un código ético vinculante que regule la manera en la que interactúan con los visitadores médicos o con la industria farmacéutica en general. Si las asociaciones médicas no están por la labor de hacerlo (esto es, de forma vinculante y obligatoria para el ejercicio de la profesión), como así parece, debería ser impuesto por el gobierno.
3.      Ejemplarización: cuando algún médico cometa un delito donde los conflictos de intereses tengan un papel relevante, este debe ser castigado como dispone la ley, intentando que los casos no sean sobreseídos o lleguen a un estado de acuerdo de las partes (previo pago del sector farmacéutico de los costes del médico, como ya hemos visto).
4.      Seguimiento público: quizá la más importante, a mi entender, y en la que en mayor medida podemos participar todos en tanto que (futuros) pacientes y ciudadanos. Gran parte de la culpa de que existan estos conflictos de intereses en los médicos de manera tan generalizada es la pasividad casi absoluta de la sociedad civil ante ellos. Hasta cierto punto es comprensible que ante un tema tan delicado como la salud nos fiemos del especialista, pero haciéndolo de una manera ciega nos exponemos a ser manipulados por el gobierno y el sector farmacéutico para beneficio de este último. No olvidemos que al fin y al cabo es nuestro dinero[11], y peor aún, nuestra salud, lo que está en juego. Siendo por tanto (o aspirando a ser) miembros capaces de una sociedad plural y pluralista, es de nuestro interés defendernos de los abusos cometidos por parte de la industria farmacéutica. Se puede hacer activamente de varias formas: exigiendo al gobierno mayor énfasis en la educación, regulación y ejemplarización con respecto a los conflictos de intereses en el sector farmacéutico (las tres primeras vías ya explicadas); preguntándole directamente a nuestro doctor sobre sus conflictos de intereses, o asociándose en iniciativas de denuncia pública como la de la base de datos Dollars for Docs de ProPublica.


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[1] (Angell, 2006)
[2] Curiosamente, una de las características principales del EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) ratificado en junio de 1999 en Bolonia, es la de fomentar los acuerdos universidad-empresa de una forma parecida a la que ya lo hiciera la Ley Bayh-Dole en EEUU.
[3] (Kaiser, 2009) para una explicación más detallada de la historia de la biotecnología y el conflicto de intereses.
[4] Una simple búsqueda en Google de los términos “Bayer building” AND “university” nos devuelve más de doce mil entradas, muchas de las cuales a páginas de las más prestigiosas universidades de medicina del mundo.
[5] (Yank, 2007)
[6] (Angell, 2006) Capítulo 3, para ampliar sobre el vago cajón desastre del marketing, la educación y la administración.
[7] (Hodges, 1995) pp. 556-558
[8] (Campbell, 2007) pp. 1747-1749
[9] (Weber, 2011)
[10] (Nguyen, 2011)
[11] Ya sea directamente en el caso de países/sistemas con un acceso no universal a la salud, o indirectamente en sistemas con seguridad social universalizada.